martes, diciembre 26, 2006

El banco del parque

En ese parque, de esa ciudad y en ese país, todavía nos extraña un banco. Imagino que aún conserva nuestros nombres grabados sobre la madera despintada.

Ese banco fue, ayer, testigo de la vigilia de este hombre con miles de imposibles y de la poesía inconfesa temerosa del dolor.

Aquel reposo de nuestros corazones era mi refugio de la mediocridad y el amparo nuestra nobleza en tiempos difíciles para las almas frágiles.

Un beso suyo me bastaba para entender que no había otra lugar para estar y su mirada me extraviaba de la realidad con una facilidad increible. Creo que la pasión sin pedir algo a cambio es algo mucho mas cercano al amor.

Si la ven, díganle que en ese banco, de ese parque en esa ciudad, he sido la persona más felíz mientras nuestras conversaciones y caricias lo ocupaban todo. Tambien avísenle que hoy la extraño.