martes, diciembre 26, 2006

El banco del parque

En ese parque, de esa ciudad y en ese país, todavía nos extraña un banco. Imagino que aún conserva nuestros nombres grabados sobre la madera despintada.

Ese banco fue, ayer, testigo de la vigilia de este hombre con miles de imposibles y de la poesía inconfesa temerosa del dolor.

Aquel reposo de nuestros corazones era mi refugio de la mediocridad y el amparo nuestra nobleza en tiempos difíciles para las almas frágiles.

Un beso suyo me bastaba para entender que no había otra lugar para estar y su mirada me extraviaba de la realidad con una facilidad increible. Creo que la pasión sin pedir algo a cambio es algo mucho mas cercano al amor.

Si la ven, díganle que en ese banco, de ese parque en esa ciudad, he sido la persona más felíz mientras nuestras conversaciones y caricias lo ocupaban todo. Tambien avísenle que hoy la extraño.

lunes, noviembre 20, 2006

Cartas

En el barrio de San Cristobal, mas precisamente en la esquina de Luis Saenz Peña y México, hay un bar. Tiene dos puertas, una por cada calle. Es uno de esos bares bastante conocidos por la fauna etílica de la zona de Congreso, cerca de la avenida Belgrano.


Algunos osaron denunciar una de las puertas del infierno detrás de la heladera -a nivel del piso- y que los mozos no son sino siervos infernales. Lamentablemente aquellos arriesgados batidores han desaparecido misteriosamente. Otros, ya en voz baja, murmuran que allí, de vez en cuando, llega el mismísimo Satán a beber una ginebra luego de cumplida la labor diaria.

Lo que si se ha podido constatar es que este antro ha servido como tugurio para más de un charlatán que, haciéndose pasar por Belcebú o algún diablo menor, ha conseguido los favores de señoras sin tanta creencias religiosas pero de mucho entusiasmo.


En este bar, y en una de sus mesas, se juega al juego más importante de todas las mesas de Buenos Aires, el truco de la vida. En cada mano, en cada naipe, en cada truco y retruco, van -y vienen- amores, sueños, frustraciones, placeres y desencuentros (no necesariamente en ese orden). Quienes lo juegan son completamente inconscientes de las consecuencias de tal o cual mano, pues la magia vital no está en las manos de quienes operan el juego sino en las cartas.


Para rastrear el origen de este juego divino debemos tomar como cierto el relato de quienes afirman que alguna vez un angel, con tareas celestiales encomendadas por el barrio, se detuvo a saciar la sed en una tarde calurosa de enero y que para la cuarta caña Legui hubo que darle una mano para que tomara vuelo. Parece ser que en el proceso de convencerlo de que era hora de partir y de que vaya pagando la cuenta, dicen los parroquianos mas indiscretos, se le cayo del bolsillo el mazo celestial. Otros afirman que a falta del vil metal, que es probervial en los santurrones y divinidades celestiales, el enviado del cielo prometió volver al día siguiente con dinero y que de garantía dejaba el mazo de cartas que de valor incalculable. Sabido es que nunca más apareció por la esquina.


Lo cierto es que hoy el mazo es conservado en el bar y utilizado por cualquier parroquiano en horas de jubilarse. Cada partida traza un nuevo destino sin que esto quede registrado en el conocimiento de los ingenuos jugadores. Quienes sin siquiera sospecharlo modifican así -en cada mano- un desencuentro o un desenlace fatal, un beso a aquella compañerita de 7mo grado o un engaño del ser amado.


Por eso amigos les advierto, alguna vez hemos de padecer el designio de esas cartas o quizás ya hemos sido víctimas de su descarnado destino. Como sea si alguna vez entran al bar y los dejan jugar un partido, no se pierdan la posibilidad de hacer una manito en nombre de aquellos que siempre quisimos darle un beso a la chica que nos amaría para toda la vida, hacer el gol que nos llevaría a la victoria en el último minuto o conocer los misterios del universo o -aunque sea- por aquellos que siempre quisimos torcer el destino que nos ha tocado en suerte.


Running the pigs

Hey, you know what? I almost was trying to tell you that I know a very nice place, far away from this one, with a lot of fancy things and plenty of opportunities. I also was trying to convince you that maybe you should go out of here to live a better life somewhere else when you grow up. Sorry Limber, what the hell do you care about capitalism, religion, power and science. Thanks for the wonderful game...
Once more this fucking life kick my ass up!

En cuentro


Muchas veces empecé este cuento;
Dos amantes se encuentran en un cuarto a oscuras durante la noche, se acarician un rato y hacen el amor, fuman un cigarrillo mientras esperan que llegue la mañana. Se ponen melancólicos, se abrazan y se besan, se despiden, vuelven a sus respectivas vidas y se aman para siempre.
Espero algún día poder terminarlo.

lunes, octubre 23, 2006

Regreso


Un brujo quiché supo que volvería. El corazón del cielo lo había dicho, el libro no escrito lo anunciaba desde siempre, regresaría quien rompió el suspenso universal, el hijo de Gucumatz, el Progenitor, aquel que nació mil veces, el que nunca murió.

Gilgamesh, el Superior, cayó del cielo en forma de un rayo, hiriendo la oscuridad de la noche, conmoviendo a los mismísimos Hunahpú e Ixibalanqué.

Atras quedaron otros universos, historias que todavía no han sucedido, epopeyas que serán, solamente, mucho tiempo después.

Ya pasó, Rey de Uruk, Sumeria y el Eufrates, Babilonia y tu alumno Nabucodonosor, el amor de Astarté y la muerte de tu amigo.

Ve Gilgamesh, encuentra a Utnapishtim y cuentale, dile que quieres morir de una buena vez.

Lágrimas

Alma temblorosa, recuestate aquí (en mi hombro) sientate en la arena, observa el mar, mira la espuma del agua, siente el viento. Respira profundo y recorre con la vista el horizonte, de lado a lado.

Perdamos el tiempo mirando el sol desaparecer.

Corazón mío, si encuentro a ese maldito dios que permite que tus mejillas se humedezcan, juro que recordará para siempre que las mujeres bonitas no deben llorar.

miércoles, agosto 30, 2006

Entrada

En Bolivia conocí una de las entradas al infierno. Lo supe ya que tras la puerta se oían gritos de condenados acompañados por el tintineo de cadenas.
Su entrada, está claro, pasa inadvertida para el caminante desprevenido ya que la puerta es bastante ordinaria si bien se la mira y tras ella todo transcurre con aparente normalidad. Pero es bien sabido que más allá del dintel el averno toma su veradera forma mostrándose, para los incautos, tal cuál es.
La trampa, dicen, ofrece la eternidad en las entrañas de la tierra, trabajos forzados, azotes regulares y media pensión con traslados.
Como este documento puede atestiguar, la puerta tiene como celador a un gendarme infernal, que a simple vista oficia de vieja manguera - imagino que con el fin de guardar las apariencias. Su cara se asemeja a la de una octogenaria cualquiera, pero si se la observa directo a los ojos mete miedo, uno descubre allí quinientos años de soledad en un instante.
Antes de partir el guardián me ofreció entrar, me prometió riquezas y placeres -debo decir que por un momento me tentó la idea-, pero no me animé. Le di unas monedas como para evitar males mayores y salí corriendo.
Ahora me pregunto si los cobardes iremos al cielo.

Sueño

En este sueño de Dios la vida fluye como el agua y se nos escapa entre los dedos. La suerte, al despertar aquel, dirá si lo que termina es solo un comienzo.
- Avaro!, dijo Unamuno y como consuelo de la muerte clamó: "por qué mi Dios me abandonaste?"
Dormir, soñar, soñar, morir acaso?

Chicos

- Los ves? - preguntó ella entusiasmada.
- Qué? A quién? - murmuré con arena en los dientes.
- Los chicos, aquellos que juegan en la orilla. No parecen felices? interrogó una vez más.
- Mmmm se... - suscribí mientras confirmaba la existencia de mis pertenencias.
- Son tan tiernos, te fijaste que parece como si un ángel los cuidara siempre? - no esperó mi respuesta, fijó su mirada en la orilla y siguió - Siempre pienso por qué será que de pequeños cargamos mezquindades y celos por un lado y por otro actuamos con coraje y honor, por qué al crecer perdemos casi siempre esto último y conservamos lo primero?
- ... - por eso estoy enamorado de ella.

Soledad

Cada vez que cierro los ojos la recuerdo, así es que aquellas noches de calor en Floresta llegan a mi mente. Como olvidar su risa rociada por un buen Cabernet y su mirada... esa mirada.
Ay, si se enterara de cuanto la extraño, si supiera lo que daría por volver a esperarla para que me cuente de sus cosas, o solo besarla frente a la puerta de su casa.
Hasta aquí llegué, solo para seguir amándola.

La isla

No he nacido aún y creo que he de morir cien veces hasta que allí, donde el futuro no ha sido siquiera imaginado, nos encontremos por fín. Solo, y con todo el tiempo que me da la eternidad, te espero.