miércoles, agosto 30, 2006

Entrada

En Bolivia conocí una de las entradas al infierno. Lo supe ya que tras la puerta se oían gritos de condenados acompañados por el tintineo de cadenas.
Su entrada, está claro, pasa inadvertida para el caminante desprevenido ya que la puerta es bastante ordinaria si bien se la mira y tras ella todo transcurre con aparente normalidad. Pero es bien sabido que más allá del dintel el averno toma su veradera forma mostrándose, para los incautos, tal cuál es.
La trampa, dicen, ofrece la eternidad en las entrañas de la tierra, trabajos forzados, azotes regulares y media pensión con traslados.
Como este documento puede atestiguar, la puerta tiene como celador a un gendarme infernal, que a simple vista oficia de vieja manguera - imagino que con el fin de guardar las apariencias. Su cara se asemeja a la de una octogenaria cualquiera, pero si se la observa directo a los ojos mete miedo, uno descubre allí quinientos años de soledad en un instante.
Antes de partir el guardián me ofreció entrar, me prometió riquezas y placeres -debo decir que por un momento me tentó la idea-, pero no me animé. Le di unas monedas como para evitar males mayores y salí corriendo.
Ahora me pregunto si los cobardes iremos al cielo.

Sueño

En este sueño de Dios la vida fluye como el agua y se nos escapa entre los dedos. La suerte, al despertar aquel, dirá si lo que termina es solo un comienzo.
- Avaro!, dijo Unamuno y como consuelo de la muerte clamó: "por qué mi Dios me abandonaste?"
Dormir, soñar, soñar, morir acaso?

Chicos

- Los ves? - preguntó ella entusiasmada.
- Qué? A quién? - murmuré con arena en los dientes.
- Los chicos, aquellos que juegan en la orilla. No parecen felices? interrogó una vez más.
- Mmmm se... - suscribí mientras confirmaba la existencia de mis pertenencias.
- Son tan tiernos, te fijaste que parece como si un ángel los cuidara siempre? - no esperó mi respuesta, fijó su mirada en la orilla y siguió - Siempre pienso por qué será que de pequeños cargamos mezquindades y celos por un lado y por otro actuamos con coraje y honor, por qué al crecer perdemos casi siempre esto último y conservamos lo primero?
- ... - por eso estoy enamorado de ella.

Soledad

Cada vez que cierro los ojos la recuerdo, así es que aquellas noches de calor en Floresta llegan a mi mente. Como olvidar su risa rociada por un buen Cabernet y su mirada... esa mirada.
Ay, si se enterara de cuanto la extraño, si supiera lo que daría por volver a esperarla para que me cuente de sus cosas, o solo besarla frente a la puerta de su casa.
Hasta aquí llegué, solo para seguir amándola.

La isla

No he nacido aún y creo que he de morir cien veces hasta que allí, donde el futuro no ha sido siquiera imaginado, nos encontremos por fín. Solo, y con todo el tiempo que me da la eternidad, te espero.