lunes, octubre 23, 2006

Regreso


Un brujo quiché supo que volvería. El corazón del cielo lo había dicho, el libro no escrito lo anunciaba desde siempre, regresaría quien rompió el suspenso universal, el hijo de Gucumatz, el Progenitor, aquel que nació mil veces, el que nunca murió.

Gilgamesh, el Superior, cayó del cielo en forma de un rayo, hiriendo la oscuridad de la noche, conmoviendo a los mismísimos Hunahpú e Ixibalanqué.

Atras quedaron otros universos, historias que todavía no han sucedido, epopeyas que serán, solamente, mucho tiempo después.

Ya pasó, Rey de Uruk, Sumeria y el Eufrates, Babilonia y tu alumno Nabucodonosor, el amor de Astarté y la muerte de tu amigo.

Ve Gilgamesh, encuentra a Utnapishtim y cuentale, dile que quieres morir de una buena vez.

Lágrimas

Alma temblorosa, recuestate aquí (en mi hombro) sientate en la arena, observa el mar, mira la espuma del agua, siente el viento. Respira profundo y recorre con la vista el horizonte, de lado a lado.

Perdamos el tiempo mirando el sol desaparecer.

Corazón mío, si encuentro a ese maldito dios que permite que tus mejillas se humedezcan, juro que recordará para siempre que las mujeres bonitas no deben llorar.