lunes, agosto 25, 2008

Despedida I - Amore amaro

Hacía unos dias que no se afeitaba. Vestía muy descuidado y los anteojos no tapaban enteramente su falta de sueño.

La mañana lo encontró parado en el andén vacío, con un cigarrillo en la mano y la otra en el bolsillo, así miraba como ciego los rieles todavía calientes del tren que acababa de partir.De alguna forma la estación se le hacía parecida a cualquier otra, como si el momento y el lugar no fueran importantes entonces. La llovizna lo empapaba disimulada pero insistentemente.

Sabía que estas despedidas le dejaban aromas que irían desaparenciendo solo con el transcurso de los dias, algunos, a su pesar, durarían por siempre. En éste punto ya la había comenzado a olvidar.Estaba seguro que la lluvia le había mojado el corazón, que de alguna forma el agua habia pasado su camisa y que, por el pecho, el líquido le había alcanzado el interior de su ser.

Fue, creo, cuando se preguntó si la soledad puede ser tan inmensa para hacerlo sentir algo tan insignificante. Solo atinó a sonreir melancolicamente por preguntarse semejante tontería. Eligió conservar la última sonrisa para olvidarla, fue buena idea prometerse que nada de lágrimas por esta vez.

Se dio media vuelta, pitó el final del cigarro y tiró la colilla al asfalto húmedo. Pensó: ”Una vez más me quedé sin vos, otra vez me quedé sin nada. Pucha, que linda que estaba...”

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